martes, 8 de marzo de 2011

Un espacio público enrejado.

Reflexión basada en el texto "La fractura de la noción de espacio público: una aproximación crítica al malestar de la experiencia urbana contemporánea".




¿Qué es lo que estamos viendo? ¿Qué representa la imagen que tenemos arriba? ¿Es en realidad sólo un condominio o unidad habitacional que delimita sus fronteras con una reja (o barda) y una caseta de vigilancia sin que nada de eso tenga alguna consecuencia? ¿Dentro de estos límites no está sucediendo algo que altera la noción de espacio público y por tanto de convivencia? Si la respuesta es que no está sucediendo nada estamos muy equivocados  porque nos estamos fijando la mirada en los nuevos símbolos que atacan y tiene un conflicto con los espacios de convivencia común.

En la imagen que arriba se presenta encontramos que la cerca/reja/muro que establece los límites de tal espacio no tiene otra lógica que proveer de seguridad y de aislamiento a tal condominio. Pero en realidad ¿hay seguridad en tal situación de enclaves fortificados? ¿Dónde queda la accesibilidad y la inclusividad que caracteriza a las zonas de viviendas colectivas? 

La respuesta es algo compleja. En estos lugares en los cuales se ha tornado, impuesto o implementado estos mecanismos para proteger lo privado de lo externo han delimitado sino que incluso eliminado lo público, ya que en tales espacios no hay una convivencia real que desencadene procesos de participación, de integración y de integración tanto de los miembros de la comunidad como de los que no lo son, más en realidad estos enclaves fortificados lo que hacen en incentivar la idea de individuo individualizado que no necesita otra cosa que la seguridad de la cerradura y que se olvida de convivir, debatir e integrar al otro que no es él y que necesita conocer.  

No estamos hablando de una situación aislada o de un caso único en alguna región imaginaria de un planeta distante, estamos hablando de zonas como Iztapalapa o Santa Fe donde desde hace tiempo es común que las calles tenga plumas de acceso, puertas de acceso o que estén bardeadas con arbustos de tres metros. Es cada vez más común que las zonas inseguras –con medio o altos ingresos- comiencen a configurar límites ante los extraños que no son originarios de esas zonas generando exclusión y zonificación de la convivencia –si es que aún queda algo de este fenómeno-.

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